Por suerte, en los últimos tiempos algunos de estos mitos se van desmontando y cada vez son más madres las que se informan para evitar tener problemas durante la lactancia de sus hijos.
Hoy vamos a ver que creencias tienen que ver con la calidad o cantidad de leche que produce la mujer:
- No tengo leche suficiente: este mito se basa en la frecuencia de tomas del bebé; maman muy a menudo sus primeros meses de vida, y cuando llega un brote de crecimiento esta frecuencia aumenta. Esto fortalece la idea en la madre de que su hijo "se queda con hambre" aunque no sea así. El bebé tiene un reflejo de succión muy potente, que además es el mecanismo que activa la formación de leche en el pecho, por tanto lo hará muy a menudo hasta que la producción se regule.
No debemos olvidar que venimos de la generación del biberón. Muy pocas madres de aquella generación dieron el pecho a demanda, y nosotros hemos heredado su idea de como deben ser las tomas. Cuando los bebés maman cada menos de 3 horas, que es el tiempo que dejaban entre tomas de pecho o biberones hace décadas, pensamos que nuestro hijo no se sacia con nuestra leche porque no producimos suficiente leche, y en muchas ocasiones terminamos dando suplemento de leche artificial.
Esto puede ser perjudicial para nuestra lactancia porque podemos estar suplementado con leche artificial de forma innecesaria, y a la vez vamos a impedir que el bebé estimule el pecho, disminuyendo así la cantidad de leche que se forma.
- Mi leche no alimenta: la leche cambia su composición a lo largo del tiempo, del día, y de una misma toma, adaptándose a las necesidades nutricionales e inmunológicas del bebé. En ocasiones podemos ver la leche que escurre del pecho entre tomas o durante la toma mismamente, y podemos comprobar que es bastante transparente; esto es porque la leche del inicio de la toma es más rica en agua que la leche del final. Lo interesante de la lactancia es que el propio niño regula la cantidad de leche que quiere tomar en cada momento, a veces sólo para calmar su sed o para saciar su hambre. Lo ideal sería dejar al bebé que regulara su ingesta de alimento.
Si caemos en el error de limitar las tomas del bebé en el tiempo o no sabemos distinguir sus señales de hambre, puede no estar alimentándose correctamente. Esto es una situación que da lugar al mantenimiento de este mito; no conocemos la verdadera razón de porque el niño no se alimenta correctamente y sin embargo creemos que es porque nuestra leche es de mala calidad.
- No me subió la leche: esta creencia tiene mucho que ver con cómo es el calostro. Tiene una consistencia espesa y se produce en poca cantidad, por tanto no escurre del pecho como la leche madura. Esto hace creer a las madres recientes que no están produciendo nada, y muchas veces se dan suplementos de leche artificial retrasando de esta manera la producción de leche madura.
A esta circunstancia se le puede unir una ingurgitación mamaria más ligera; no significa que se este produciendo menos leche, aunque la madre puede creer que si. La ingurgitación mamaria es un proceso inflamatorio que no se corresponde con la producción de leche real; si el bebé succiona el pecho frecuentemente desde el nacimiento la lactancia puede establecerse sin problemas y no tener una gran inflamación.
A día de hoy conocemos la verdadera causa de estas situaciones y superarlas es relativamente fácil teniendo paciencia, apoyo de nuestro entorno y confianza en nosotras y nuestro hijo.